No temas si te acusa,
él que vil llega y abusa
es el mismo que se rehúsa
a volver en defensa.
Recuerda no derramar
y más bien, no parar
en sus mismas voces, llorar
sin fin, ¡con crueldad!
No busque aquí lo vil
solo espera sin prisa
lo que tú mismo
acabaste, ¡ya!, en mí.
Llega sin avisar
aquello que sin cesar
brinda a otros la felicidad
que cree en mi sin liviandad.
¿Por qué tú te enojas
si eres la que me abandonas
cada vez que a mí asomas,
la indiferencia como te antoja?
Luego, en mí no existe
aquello que causa
a toda esta estirpe
una soledad en pausa.
Sin el duelo aceptar
me ve como Dante
quien sumido a esperar
encuentra a Beatriz andante.
Sin cómo ver encontrar
en mis ojos aquel Tiresias
que evita las apariencias entrar
y ama aquello que en mi llanto se va.
En aquella lejana lluvia
era cuando a mi recurría
porque su cuerpo saciar
el hambre carnal le pedía.
Me sentía completo, pero
ahora siento que de mi se burla
y mi amor perturba
con solo decir que no me interesa.
Y si mi corazón se henchía
dentro de aquellos restos
buscaba pretextos
y de todo esto, ¡Burlarse!
Vacilaba sobre el presente
donde yo ponía
mi frágil y atenta
¡Daba más!, cercanía.
Ahora, la duda
aquella, mi amiga
quiere de mi desaparecer
sabiendo que soy el desdén
de aquello inmortal
que no conozco ni poco
pero que de mi
se ha vuelto dueño.
Aquel vil desprecio
que fugaz me mata
desaparece con el precio
que ya no me ata.
Aquel engaño
del que feliz pertenecí
se va al antaño
que parecí evadí.
Esto de adentro
no seguirá vagando
por aquellas calles
sabiendo que no será visto.
Y si resignarse quiere
y aquello ya no vendo
entonces haga lo que fuere
y llamá al teléfono que no tengo.