Ya se lo que debes estar sintiendo,
Quisiera saber dónde estás, donde estás leyendo.
Se acabó, ya todo termina,
Un siglo pasó y nada se olvida.
Tu dolor debe ser inmarcesible,
Tu anciano rostro pálido y obnubilado,
Tus manos trabajadoras tiemblan,
Al trinar de las campanas del pasado.
Que difícil enterrar a un ser querido,
Que difícil olvidarlo en las entrañas de la tierra,
Que dóciles somos ante la muerte,
El cansar pálpito ya no me pesa.
Madre, lamento por no rezar,
Solo quiero en un más allá encontrar la paz,
Y poder al fin descansar.
Madre que difícil el instante,
En pensar en cada segundo en la muerte,
En pensar en que todo se acaba o que se siente,
En mirar la muerte de frente.
Que difícil fue hacerle frente,
Al siglo que se vino de repente,
Madre mía qué pensará la gente,
Me preocupa que te culpes por mi muerte.
Si buscamos culpables ten presente,
Que solo yo soy el culpable,
Que yo até la cuerda en mi cuello,
Que yo sigiloso en las noches sollozaba,
Que yo busque el lugar perfecto,
Yo moría cada instante sin notarlo,
La vida se acaba y que lamento,
Pero madre yo muerto ya estaba por dentro.
Me pesaba cada día el mundo infame,
Y la sensible mirada del reflejo,
Esta noche termina todo mi idilio,
Entre la vida y la muerte conyugales.
Besos helados tengo plagados en mi frente,
Vuela libre pajarito en la noche,
Vuela libre al lúgubre instante,
Larga vida, larga vida madre.
Larga esencia pura que reflejaste,
Pero en mi espejo solo hay sombras,
Sombría vida que acaba, sombría vida que se extingue,
Para que seguir es la pregunta.
Madre entre sollozos de la noche,
Vuela libre pajarito vuela libre,
Vuela al beso de la noche,
Para que seguir es la pregunta,
Madre entre sollozos de la noche.