En un danubio azul te besé, tocando el cielo.
El corazón marcaba el compás, traduciendo el ritmo
nacido en lo profundo de los ocultos sueños.
Allí vi nuestro pasado, creando un presente,
dejando al futuro como un mágico boceto.
No dijiste nada. Todo fue armonía, aroma
que nos impregnó con un envolvente silencio.
No había ni personas ni árboles. Sólo un vals.
Una melodía fusionada con lo eterno.
Era el preludio de este libro enamorado,
cuando el danubio azul aún no tenía un verso
y las estrellas nuevas apenas explotaban
y la luna recién se transformaba en un beso.
Todo fue un cataclismo, una génesis creativa.
Un lápiz unió dos mundos en un universo
dejando un relato vivo como nuestro principio,
historia declamada desde antes del tiempo:
\"En el comienzo, quiso el amor unir dos mundos
en un vals cargado de ilusiones y silencios.
La desolación era un océano que hilaba
una noche de eternos y claros sufrimientos.
Y dijo el amor: \"Hágase el verso\". Y el verso vino,
invocando las voces de un íntimo concierto.
Y vio el amor que era bueno, viva profecía
de nuevas palabras, abrazos, lunas y tiempos.
Y dijo el amor: \"Venga el beso\". Y el beso vino,
sellando la muerte de los trágicos silencios.
Y vio el amor que era completo, al leer en los ojos
la rapsodia que hace de dos almas un secreto,
escribiendo con divino fuego la epopeya
vencedora del mítico caos primigenio.
Y el amor los bendijo, dándoles un camino
para que sueñen con nuevos planetas y versos.
Y el amor reposó, bailando el vals con alborozo,
creando lunas y estrellas para que los sueños
se transformen en vida, carne y sangre en los hechos.\"