Alejandro Tapia

Arritmia.

 

Arritmia.

 

 

 

Las notas son perfectas, la melodía es perfecta.

Pero nadie además de mí la escucha.

Nadie escucha como yo el sonido que viaja, rebota y se proyecta.

El aire encaprichado en enroscarse frío y en pegarse en mis lugares más sensibles, se llena de tu risa y la de todas.

Estoy atrapado justo en el instante, justo en el de antes.

Estoy preso en el  ya casi, en el silencio profundo que precede al angustioso grito.

 Siento en colores y huelo imágenes.

Por los oídos se me escurren lágrimas, estalactitas formadas de ecos y llanto.  

Y con los ojos toco las verdades ocultas tras los rostros.

No sé si es por bailar  siempre en reversa.

¡Sí! ¡Esa es la única explicación! Al ir siempre contra reloj se atenta contra la vida y ésta misma te castiga, tanta pena siento a veces y repugnancia por tanto desperdicio de espacio y de materia.

Incapaz de construir, cómo la luz y cómo el viento entre paredes, me fui adelgazando y adelgazando.

Me hice gris primero, más terminé luego todo transparente.

Debo confesar que por eso me apetece ir en contra de los ríos de gente.

Gente que no me ve y que no me siente, pero me pisan, me atropellan y me escupen constantemente.

Aterrado, soy el que siempre quiere regresar, ya vi el obscuro final de éste camino.

Mismo que compartimos y que enajenados con una idea falsa de idealización y de felicidad se dejar ir corriendo y en el resquicio se tiran sin pensar, soñando que alguna deidad les haga volar.

Yo soy raro, yo soy triste, yo soy feo, torcido y diferente.

Hace mucho que me tragué llorando y a dos manos el amargo y asqueroso lodo de la soledad.

Dios ya escupió su mensaje en código binario y he sido maldecido con el sentimiento exacerbado, la contemplación y el abandono.

Completo me siento sólo estando solo, como estamos en realidad desde el principio todos.

Debido a la ansiedad a veces se me aprietan las costillas, otras, se me vacían los pulmones y por instantes siento en el paladar el sumo agrio de la infelicidad.

 ¿Qué es la vida?  El  ruidoso zumbido que hace uno durante la caída y nada más.

A gotas de llanto se me ablandó el corazón y ahora todo duele.

Tanto la verdad como la mentira, la rosa y la espina, el amor y la muerte.

Me duele el mar, y me duele la espuma y que tengan que arrastrar  arena pesada.

Me duele también y más que nada, la rima, la hoja, la tinta y la pluma.

Rodeado de fantasmas, de pasado, de hojas de poemas quemados y ron. Me siento tranquilo y en casa.

Soy desorden, soy caos, soy fricción.

Soy poeta y sólo existo en la hermosa y perpetua discordancia de una melodía eternamente pausada entre mi ser y todos los otros que no conozco.