¿PORQUÉ NO?
¡Es épico!
me dijo
tu aliento
de mármol.
Amplïos
tus ojos
y abrupta
tu boca,
fecundo
tu útero,
gentil
es tu alma,
que llama
y atiende
a todo
quejido
de noche
en calma.
Admira
silencios
de hojas
que claman
el llanto
al alba.
Las sábanas
que rompen
cualquier
aurora
que en ellas
fracasan.
¡Ama, ama!,
te dice
la Alondra
que guarda,
tu pena
en pecho
de plata.
Roberto J. Martín