“Descubrí en ella un lenguaje mezquino
como el que usan los mudos del closeth,
palabras a medias,
palabras reventadas por la falta de aire,
como el roce de las piernas entre las sabanas,
palabras que no son palabras como las que usan los esposo cuando entran en un cueva,
donde su amante espera impaciente y recicla del silencio
los recuerdos de las letras, los sueños, o los suspiros.
Es un lenguaje que grita en la piel.”
Kurenay Brass