alupego (Ángel L. Pérez)

EN SU NÌTIDA NOBLEZA

 

El brillo de la nobleza,
solo se ve en la mirada,
de los seres que no envidian.
En los limpios ojos cálidos,
que enriquecen las pupilas.

Grácil y noble figura,
de armónicos movimientos.
Que dando el mejor momento,
de su instintiva existencia.
Va entregando sin reservas,
lo mejor que hay dentro de ella.

Un regalo es su presencia.
Un obsequio generoso,
que alimenta la conciencia.
La conciencia del humano,
que a veces no quiere ver,
la verdadera riqueza.

Sumergido en sus quehaceres,
sin escuchar la belleza.
Va amputando sus instintos.
Los auténticos valores,
que dan a su ser nobleza.
De matices los instintos,
que en el corazón se crean.
Matices que hacen crecer,
su propia naturaleza.

Ajeno el Hombre se olvida,
de cristalinas estelas,
que abandona en las cunetas.
Pedazos de corazón,
en su invisible tibieza.
Verdades que se disuelven,
en su tenaz impaciencia.
Destellos de luces prístinas,
que entre la niebla se quedan.

Que pureza en la mirada.
Que verdad en sus maneras.
Que autenticidad sin tacha,
cuando sus ojos observan.
Que entrega sin condiciones,
y que lección de nobleza.
Ellos marcan el camino,
de la auténtica grandeza.

Miedos y temores vanos.
Fútiles cuando se desechan,
las reliquias que nos dejan.
Ejemplos de seres fieles,
de fidelidad extrema.
Que entregando lo que son,
hacen gala de la esencia,
que habita en su corazón.

Seres de noble materia.
En su perfecta armonía,
van volcando su caudal,
en los que ven su valía.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
03/01/2019