Miguel Font

CLAVELES BLANCOS

 

En la casa  de la esquina,

la de los claveles blancos,

tejen su nido de amor

            Mariana y Marcos.

 

Crecen dos lirios pequeños ,

uno siete, el otro cuatro

y un capullo que abrirá

               a fin de mayo.

 

“Son el uno para el otro”

repiten siempre en el barrio,

es familia con valores

                      atesorados.”

 

 Mariana espera a su hombre

con el cabello arreglado,

fino mantel en la mesa,

                   y un candelabro.

 

Abre la puerta,se miran,

sus ojos relampagueando,

y tiernamente se funden

                    en un abrazo.

 

La casita de la esquina,                 

la de los claveles blancos,         

guarda un oscuro secreto

                     a cal y canto.

 

 Una mirada, un reproche,

desata la ira en Marcos,

olvida que es su mujer

               y alza su  mano.

 

El golpe duele en la cara,

y como brutal zarpazo

destroza su corazón

                     enamorado.

 

El le suplica perdón,

ella disculpa el maltrato,

y su triste humillacion

                sigue callando.

 

 

“El me quiere con pasión,

jamás voy a denunciarlo,

hoy me regaló una flor

             cómo no amarlo?”

 

La casita de la esquina,

la de los claveles blancos,

siguió guardando el secreto

                         a cal y canto.

 

Una tibia madrugada,

la calma se hace pedazos,

por el llanto de dos niños

                   desconsolados.

 

Mariana se fue a una estrella,

era el final anunciado,

el cielo la recibió

                        en su regazo.

 

En la casa de la esquina,

ya no hay claveles blancos,

unas manos pequeñitas

                   los han cortado.

 

El firmamento de luto,

el sol huyó avergonzado,

juega el viento entre los pinos

                    del camposanto.

 

Flota un grito por salir,

duerme un sueño desgarrado,

y lloran junto a una  una cruz…

                         claveles blancos.