La pelota rendida a sus pies cautiva
Es sometida, obedece a cada toque
Fluye un devaneo en cada roce
Sus pies inspiran a soñar por lo alto.
El rival absorto enmudecido baja la cabeza;
Como recién nacido; queda desnudo sin discutir
En otro vasto intento fallido, solo le queda huir.
El abrupto terreno es fiel testigo de la sublime hazaña.
Los gritos casi rozan el cielo, el cual se desangra
Con gotas de triunfo mojan la acalorada tribuna
En la más intensa, alegre, ardiente, exaltación.
Llega lo inevitable; como bala de cañón...
La mortal pelota atraviesa el indefenso arco.
Y... goooooooool