Madrugó la madrugada una mañana,
y desde mi balcón una hoja voló por el aire,
caía la lluvia y bebía una sopa cubana,
decidí salir afuera y cerré mi puerta con ataire.
Avancé hacia adelante por los pasillos,
agua mojada fría rodeaba el lago del cisne,
niños alegres saltaban como grillos,
y yo los veía sentado en la silla como en el cine.
Inspirándome para el último verso,
el día aún no ha terminado todavía,
y la lluvia hizo crecer más el cerezo,
sonrisas por doquier y lápiz para escribir
el cuento mientras llega la negra noche,
y dulces sueños tener al dormir.