Lo que más agradezco son mis manos, qué sería de mí sin ellas; es qué son ellas las qué expresan, una de mis formas de lenguaje favorita: ¡Las caricias!.
Y tus caricias son regalos divinos, trazas del paraíso; es qué generan un lenguaje, qué en su fondo dejan ver esta vida más bonita.
¡Y son un poco más reales! las que el inconsciente, le dice al consciente que piensen; porque estas te dirigen o me dirigen, a sentirme o a sentirte. Y son éstas las bendiciones, de la ninfa de mis sueños, la musa de mi escultura; pero aunque son divinidad y encanto, carecen defecto: no poseen tacto.
Es tu concepción de amistad, lo que nos limita a volar y es miedo él qué dice: ¡despierta, deja de soñar!. Pero ser feliz es mí verdad, lo qué me lleva a amar; y aun con miedo decir: inténtalo, sé que puedes volar.
Pero si es el inconsciente, él qué las trae a la realidad(a las caricias); pues mejor ¡me voy a soñar!.