Rompiste las cadenas y viniste,
amarras que a tu ser aprisionaban,
tus ojos tan hermosos no miraban,
en medio de tinieblas estuviste.
El corazón blindado, mantuviste,
mil rayos luminosos lo cegaban,
tan intensos que a tu alma atormentaban,
y de pronto tu mundo ya no es triste.
Abriste el corazón a la alegría,
dejando aquel tumulto de complejos,
admirando la luz de un nuevo día.
Rompieron las barreras mis cortejos,
escuchaste la voz mi poesía,
llenándote de amor mis ovillejos.