Respirar todo un sueño una tarde posible
y oler de nuestras carnes el perfume del hueso
tomarnos de los ojos por las manos del tiempo
amarrar nuestros labios con los broches del beso.
Quemarnos entre orgasmos intensos, furibundos,
en abrazos-cenizas, proyectarlo en los mares.
Cuando el amor se eleve con miradas profundas
en el mismísimo cielo, volarnos por el aire.