Sorbida es la muerte
cuando llega y no la esperas
que te atraviese el alma con su aguijón
cuando se llevó por completo el amor
que llegó en un invierno
donde ni siquiera sucumbió para traerlo
y destrozará el corazón
que un día le diera vida
Y lo enseñara a latir
cual aurora en la noche
mis brazos eran su cobija
y mi pecho su almohada
donde ella tantas veces se recostaba
y con caricias que yo prodigaba
y su sueño velaba
pero una mañana la sórbida muerte
con furia su aguijón en mi pecho clavaba
para volver a dejarme muerto
y sin más avivamiento
mis lágrimas se convirtieron en un mar de amargura
donde no hay nada
solo soledad y desventura
de aquel invierno que fue mi desventura