Te busque entre los salmos, y te percibí, tu humanidad, tu débil e imperfecta humanidad,
Pedí cómo el tuyo un corazón conforme a su voluntad, ¡que atrevida es la ignorancia! Que junto a la fe de tu corazón, herede un corazón débil y pecaminoso, un corazón que ama mucho y hiere mucho, terco, autoritario, dócil y mendigo por momentos... Demasiado ambiguo y sufrido.
Te busque entre los salmos y te haye, intentando encontrar también una solución para este prolongado mal que me aqueja.