Tus pezones de flor apuntaban a mi boca
Y tu sexo al mío.
Es una historia de perra adolescencia
Aventurada a todo.
Salíamos de clase de la mano, aferrados,
Lamiendo el desvarío.
Tu cintura acentuada inflamaba mis dedos,
Tu lengua era un soborno.
Las calles peligrosas, oscuras, demenciales
Prenden el instinto.
Tu falda de colegio, en un punto húmeda,
Era un estorbo.
Tus muslos hervían y goteaban
Un destilado liquido
Y de a poco tus piernas se trenzaban
Y cedían al morbo.
Nuestro escondite era poco más que un bohío,
Un lascivo cobijo
Donde nadie irrumpía (sólo un gato innombrable)
Y ocurría todo.
Los dos trepamos furtivos la amenaza nocturna
Como dos poseídos.
Tu enredadera lábil y fecunda y mi tallo levantado
En asombro,
en la negra y callada plenitud de esa hora
Arrancaban al vacío
Gemidos, convulsiones, murmullos y rasguños.
Y desde el fondo
Brinca en éxtasis y espasmos el grito que devora
Las yemas de mutismo.
Nuestras formas vivientes se tropiezan y enredan
En un orgasmo hondo,
Más hondo que el recodo que hoy te aloja en tierra.
Más hondo y menos frío
Que el hoyo inexpugnable que guarda tu lujuria
Deshecha y sin contornos.
Mi adolescente amiga y cómplice hasta siempre,
Espero malherido
Que donde estés conserves aún con fuerza y con tibieza
El secreto que he roto.
Tus pezones de flores apuntan a mi boca.
Tu sexo ahora mismo
Será fecunda hierba, la brizna que he pisado.
Ahora que te nombro
Sin nombre y sin señales, parado sobre ti
Y amándote, confirmo
Que todavía siento como un deseo en mí
Y que por eso doblo
Mi vientre y me recuesto a besar tus pezones
De flores en tu nicho.
JDTV.