Soy un pedazo de madera.
Soy un pedazo de madera de la cubierta
de uno de los barcos.
Soy un pedazo de madera de la cubierta de
uno de los barcos que naufragaron anoche.
Me siento en el borde de la cama.
Me siento en el borde de la cama y tuve
que sujetarme al somier para no caerme.
La resaca me late en las sienes.
A duras penas llego a la cocina.
Dos huevos fritos con chorizo, no sé
como puedo cocinarlos, el hambre.
El alcohol va cediendo al empuje de la
grasa, voy recuperando poco a poco el
sentido.
Cuando más a gusto estoy en el sofá
llaman al teléfono, ¡me cago en la puta!
Al otro lado me habla una voz que apenas
entiendo, parece que es Sara.
¿Qué quieres Sara, a estas horas?
Me cuelga enfadada, supongo.
Vuelvo al sofá, no estoy para pensar.
Apago el televisor, estaba de pena.
La televisión de ahora no aburre como
la de antes, ¿Quién inventará esta mierda
de programas, que solo ven las madres
de quienes trabajan en ellos?
Me parece que voy a volver a la cama a
dormir, ¿o voy a asomarme a ese puente
de aguas turbulentas al fondo de la calle?
No sé.