En un pequeño tronco de un pantano,
un águila se posó a descansar
miraba a la distancia y nada divisaba
pero una agradable fragancia que aspiraba
la hizo mirar todo a su alrededor
y pudo percatarse, de algo que no podía creer.
Era una hermosa flor, nacida en el pantano
que al verla, se quedó asombrada
y sin poder contenerse, con altivéz le preguntó:
-¿cómo siendo tú tan bella y tan fragante
pudiendo nacer en un jardín
escogiste este lugar para nacer?-
-No sabes que los que los que tenemos talento,
nos admiran entre todos los demás.
-Fíjate en la belleza y lo grandioso de mi vuelo
que para poderme contemplar
alzan la mirada al cielo como si me fueran a implorar.
La flor, al verle su soberbia y su arrogancia
humildemente, la miró y le contestó.
-No siempre, lo grandioso y bello es admirado
aunque la hipócrecía del mundo eso le hace creer,
pero a veces, hay cosas simples y sencillas
que también tienen su belleza que admirar-.
Porque yo, soy una flor, que sin tener tu arrogancia
admiran la sencilléz de mi belleza
y también, me saben contemplar.