Las alondras...
son el peine de los vientos,
donde las doradas...
y escuálidas amapolas,
mecen tardes de gloria,
entre inviernos tristes...
de una noche apenas rayo,
con sabor a escoria.
(Y mi pecho se desgarra...
suavemente en pálida grana,
acompañando
la monótona ingravidez...
del crepúsculo en su deshora ).