Hay días en que quiero que seas tú
el único poema que me encienda
la cálida llama de un mar azul
que me desnuda si estás cerca;
si robo cada beso de tu boca
hasta ver como tu piel arde
en mi cuerpo y en las horas
en que muere lento la tarde.
Hay días en que quiero que seas tú
mi refugio y mi trébol de la suerte,
mi amuleto, mi estrellita del sur
y mi moneda lanzada a la fuente.
Porque amo la imagen mía en tus ojos,
reflejarme en ese mar de olas verdes,
se para el tiempo como si fuera una foto
haciendo de nosotros por siempre noviembre.
Nosotros, noviembre…
Y yo sólo sé rimar,
inundada de versos
en el punto y final
de un único sueño:
Quiero que seas tú
mi sol naciente
mi caricia de mar,
mi deseo pendiente…
que me lleve a volar,
a morir en tu boca
con la dulzura mortal
de un beso a quemarropa.
Hay días... sí, hay días
en que quiero que seas tú,
la fuerza que me inspira,
que me impulsa a continuar;
atesorando los recuerdos
del día que te conocí,
que entraste a mi alma
y no has vuelto a salir;
allí noviembre aterrizaba
en la ventana de mi vida,
te encontré y le diste alas
a la primavera de mis días.
Ceci Ailín