SUCEDIÓ... UN AMANECER.
Dices e insistes,
que regreso a los sitios
de los que tú te has ido,
que he partido en trenes
sin arribos ni destinos.
Que de tanto silencio
tu nombre has olvidado.
Y fue humo el desencuentro,
niebla sin morada
que empantanó cada hueco
del lirismo compartido,
hoy todo es piedra, silencio,
no me buscas ni te siento.
Descubrirás,
que no creo en la derrota,
no hay muerte en el amor,
imperecedero sentimiento.
Hoy, desde esta oscuridad,
militante, iré a tu encuentro.
Romperé nuestros muros
hasta sangrar mis puños,
desintegrar el cemento
que te forjó en el miedo,
y te elevarás entre el polvo
como renace el día...
Encenderé,
brasas de flores para disipar
las sombra de tu melancolía,
será recuerdo la amargura,
verás tu rostro en mi mirada,
diré tu nombre y tú el mío.
Rimaré,
con consonancia tus gracias,
y encontrarás tu métrica,
en la órbita de una estrella,
y serás, quizás, pasajera de regreso,
tal vez sonrías...
Y si no es suficiente todavía
y los espejos guardan
escozores de nostalgia,
opacaré su reflejo con voces
que susurren tu misterio
astral de hierba y mundo.
Usaré, todos los lenguajes,
el de los gestos, las miradas,
las caricias, la presencia,
y significaré tu dolor como culto,
sentirás, tal vez, ser eternamente
tiempo fecundo de realidades.
Me llenaré de fuerzas
hasta que mi voz quede muda,
que mi cuerpo sea recuerdo.
Y ser niebla y comunión en ti,
para que te encuentres plena.
Para luego yo, etéreo, legarme,
en vos, y en nuestros hijos....
A.C.F – JUNIO DE 2018
ARGENTINA