Cerraba los ojos y te imaginaba.
La emoción era tal, el desazón... A pesar de toda la excitación algo me molestaba: la distancia.
Cierro los ojos y te recuerdo.
Amo mirarte sobre mí con esa mueca que sin contexto y sin sonido sería grotesca.
Abro más los ojos y me lleno de tus gestos, de tu cuerpo, de tu olor y del momento.
Tus orejas parecen las alas de un murciélago que muere por la fruta. ¡Qué fructífero! (Sonrío por el mal chiste)
\"Sigue así...\" te dije, mientras mordía tu barbilla y apretaba... tu cintura. ¡Qué sexi eres! pensaba.
Jamás dejé de oírte, aún te escucho cuando cierro los ojos y cuando los abro.