En el reverbero
la pendiente de los sueños evoca:
duendes y hadas
la reverente caricia que cuelga de las yemas
el requiebro del carmín difuminado en labio
en mixturas de las lenguas y los asfaltos.
Reverencia en la fusión de las geografías
el séquito de quillotro sobre la distancia que atrapa
el quebranto del reverbero en vena.
Brilla el abrazo que lanza el fauno
albur en la pasión que se contiene - ósmosis de sexos -
entre el aluvión de las nacidas humedades
entre el aluvión de los gemidos.
Compendio de los iris que se beben un cortejo
entre las morfologías que en sus compases vuelven.
Brújula de los sentidos
que bailan entre los poros de la piel
para que surja el acompasado solfeo en la antesala del orgasmo.
Silencio en el despertar
entre la mezcolanza de mano y labio
una vez
y otra vez el amor los reverberos.
Xesca Almécija
< /p>