En medio del sembrado existe una fuente para alimentar los pajaritos que revolotean por el aire. Es la alborada del día 3 de marzo en la Hacienda, se observa el amanecer claro y delirante a cualquier ojo visor que se dedique a lo lejos a mirar el horizonte. Entre llanos y praderas se encuentra la Hacienda. El hacendado Triguperto se encuentra en ella. Alrededor de la fuente existen una huellas grabadas en piedras que dan vértigo, si las miras de cerca. Es la primavera a cuestas del sol de ese equinoccio tan hermoso. Triguperto, no sale de su hogar, La Hacienda, desde hace mucho tiempo desde que pasó todo lo sucedido. Fue una noche espantosa, la cara la cubría con un paño de seda, la noche fría, densa, ocultaba lo yá tenebroso del futuro a cuestas de la sola soledad. Triguperto, un joven de apenas veinte años, se forjó el destino cruel, sangriento, violento, y más aún en un vil y sanguinario suceso. Es un suspenso a grito a voces, nadie sabe la historia de Triguperto, y nadie sabe de la verdad. Un hombre de mediana estatura, corpulento, y atractivo, se entera que en el pueblo vá a vacacionar la hija de Susana, la hija dulce y consentida de todas las muchachas de la ciudad. A la hija de Susana no sabe que la persigue el mismo demonio y que le acechan los pasos. Triguperto, un buen hombre, pero, le asedia la aventura y las manera de ser de un joven de apenas veinte años. Alocado, y extremadamente ansioso por ver y saber de la vida de la hija de Susana. Es un día normal, el sol en el cielo, renació con alas de acero, su fuerte energía en plena primavera asusta a muchos su poder. El calor por otro lado, hace sudar más de la cuenta a la gente. Se atisba la mirada inocente, clara y dulce de la muchacha hija de Susana, una candidez y una piel envidiable. Su rostro se nota y exalta la belleza jovial de la dulce muchacha. Triguperto, nunca la vé por el día, ¡fue esa noche, fue esa noche, en la fuente, en la fuente!. Quedó maltrecha, desolada, triste y abatida, desconsolada, con sangre entre sus piernas, violada, atada y encadenada a una noche desolada, tenebrosa y asustada. Le rasgó violentamente su vestido de flores, la tiró contra el suelo, lleno de estiércol, arena y tierra, deliró un momento, pero su locura lo llevó por el camino extraño de la violenta escena que se vivía allí al lado de la fuente en la hacienda. Y otra vez le rasgó violentamente el vestido de flores lo dejó hecho trizas, y fue la noche más débil, más larga, más extensa, más extenuante, sin ser condescendiente la tomó entre sus brazos y la hizo violentamente mujer, la dejó allí sola, marchitada, manchada de sangre, y con un dolor irrepetiblemente insoportable. Fue la noche del 3 de marzo. Sus huellas grabadas, e insolentemente sucias, y con un ardor de cinismo, quedaron impresas entre el estiércol, la arena y la tierra. Quedaron por siempre las huellas que dan vértigo. Se ha apresurado la muchacha, se levantó, se repuso y en pie, aquel hilo de sangre la persiguió y antes de marcharse del lugar, escribió con su dedo en aquella tierra su nombre y... -“bajo la fuente nunca habrá más agua de beber”-. Aquellas palabras quedaron intactas en su mente y en su boca. Como que el silencio oscureció toda vida. Y perpetró el más vil de las mentiras bajo el lecho de la muchacha. Al otro día, se levantó y recordó todo como una expectativa de odio, rencor, y dolor. No se lo dijo a nadie. Sólo quedó el vacío de una lágrima en sus ojos. Las huellas de aquel hombre que la violentó quedaron impregnadas en aquella fuente tan elegante que la habían acabado de hacer con cemento. Ella, la muchacha, escribió ese lema bajo el dolor de aquella noche. Y a la dueña de la hacienda a la madre de Triguperto le encantaron las huellas y el nombre y todo lo que había allí sucedido sin percatarse que fue una violación de su hijo hacia la muchacha. Y terminaron la obra, la limpiaron y todo quedó hermoso con las huellas de Triguperto allí, por el escandaloso momento que había vivido la noche anterior. Se hizo más hombre y ella más mujer, pasó el tiempo de aquel suceso. Mientras que ella, trataba de no recordarlo más y minimizar todo recuerdo con su trabajo, se convirtió en una ejecutiva del modelaje, y, por ende, una escultural modelo. La prensa, la televisión, la promoción, hizo que Triguperto se enamorara de esa muchacha, la del modelaje, era bella y esculturalmente atractiva. Asiste a un evento en promoción en el pueblo y se dice que hasta Triguperto la sigue. A la famosa y escultural modelo de la revista veraniega. Se conocen, se atraen y hasta la invita a salir. Sin él percatarse que ella fue la muchacha que violentó hace muchos años atrás. Ella, yá lo había estudiado, investigado y sí, sabía que era él, quien la violó. Aún, así consigue todo de aquel señor que la procuraba y la llamaba para salir. Hasta que un día en plena intimidad él se le acercó a dar un beso y ella lo retira y le dice, -“bajo la fuente nunca habrá más agua de beber”-. Y él cayó en cuenta de todo lo ocurrido. Lo aprisionan, lo arrestan y lo sentencian. Ella, crece más en su ámbito artístico y más y más sale como toda señora del escenario a modelar un vestido estampado de flores casi igual al de aquella noche y les dijo a los presentes, -“bajo la fuente nunca habrá más agua de beber”-. Y se retiró, había laborado mucho tiempo desde aquel suceso. Y volvió a la fuente aquella, una noche en soledad y solitaria, y trató de borrar aquello que fue imposible de borrar. Se le acerca un hombre, ella se asusta y era su manejador artístico que la buscaba. Y se dijo, -“el rayo no cae dos veces en el mismo lugar”-. Ella se marcha con él, y no vuelve al pueblo jamás. Y fue feliz la muchacha de ojos café.