Dijiste que eras el eco de mi memoria, que recordaría el intenso periodo de tu boca, alimentada por el fuego de la verdad, que escupe sin razón sinceras palabras de vida.
Confié en ti, confié en tu canto, refleje en una foto la bienvenida de tus brazos, y solo obtuve caer en la nada, ya sin nombre, ya sin pasiones nuevas que se olvidan.
Pero un día cualquiera, de noche triste y palabra fácil, me dejaré llevar por la corriente del agua de mi río, que cruza de extremo a extremo, cauce continental de sentimientos, obligándome a ser mas hombre, mas vida a la vida, de tu alimento, que aun no deja de acecharme.