Cuentos sin final
Compañeros de estudios,
verdaderos fascistas,
me encuentran siempre;
sus redes de espías,
diseminadas,
son efectivas;
violencia activa
por no adherir a su movimiento;
energúmenos,
vestidos de dandies;
logro huir,
recorro un callejón,
largo, oscuro,
poquísimos personajes nocturnos,
trajes raídos, amistosos,
al llegar a la avenida principal
hay una cafetería abierta,
me detengo a saciar el hambre,
aunque no debería hacerlo,
me siento seguro;
en un momento ingresa otro cliente,
llama por móvil,
aparecen los de la pandilla de malhumorados activistas,
me atrapan comenzando la tortura...
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Paseo en auto,
la vía se torna tortuosa,
prefiero una bicicleta,
voy por el sendero,
está cerrado,
camino por una huella,
para salir de ahí
ingreso al palenque,
soy alzado;
necesito volver,
tomo lo que he dejado atrás,
otros que se encuentran en la misma trampa,
consultan, también regresan por lo suyo,
uno se adelanta,
me espera,
como siente pavor,
por lo insólito del mecanismo
prefiere observar primero antes de usarlo,
finalmente estoy nuevamente en la ciudad,
...
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A mi edad,
entre la multitud,
una jóven hermosa,
me reconoce
y dice ser mi
pareja amorosa,
yo la recuerdo;
le señalo la incompatibilidad,
perdería todo,
...