Regreso como el viento débil de la brisa tranquila de la primavera, deseándoles la paz inmensa del hombre de Galilea, y hoy martes en un enero de este 2019 les dejo mi primer canto sin notas y con silencios.
Desvanecerme.
Hay tardes en las que deseo embarcarme y partir sin rumbo, alejándome de mi puerto en silencio, mientras muere el día y nace la noche.
Emprender el viaje en un misterioso mar no conocido por navegante alguno.
Sabiendo que hasta en los más remotos lugares de este mar profundo, todos mis recuerdos se embarcarán conmigo, como cortejo de buenos amigos.
Me llevaré mis alegrías y tristezas, y las iré tirando en lo profundo de mi océano.
Me iré desvaneciendo en lo infinito de mis horas, dejando el espejismo de mis nobles causas.
Tentado siempre por mi deseos de salvar al mundo de sus absurdos deseos de poder y gloria.
Y me llamarán las sirenas con su canto clandestino que al navegante bravío lo han enloquecido.
Pero seguiré despacio tranquilamente desvaneciéndome poco a poco, sin temor a nada y con amor a todo.
OSVI