Vuelven tus ojos tristes
de diciembre enfermo
y me dicen que partiré llorando
con mi color de obispo
en ruta al mar muerto
Mi vacía sombra será el Sahara
en qué pensarán los dioses que he sido avaro
¿Acaso sabes de qué color será el camino
en las tardes de mi vida?
Quizás se rifen las voces de mis rincones
como de un abandonado
Mi mano es una piedra
y mi corazón una cueva de rinoceronte
que sobre mi llora su nostalgia
¡Vuelven tus ojos tristes!
Y mi entendimiento se retrae
por una ruta inexorable
Seré viudo, seré vegetal,
tendré un miedo irremediable
¡Acaso importa! ¡Dios es así!
¡Mi soledad es un guarismo exacto
que se hace unánime
en tu silencio!
¿Acaso crees que tu viaje
te llevará tan lejos
que el olvido hará su granja
en mis rincones?
Mis ojos son llamas póstumas
con que me ando aprisa,
como ladronzuelo
que al llegar a ninguna parte, se descansa
en la rosa oscura de su vivir.