Yo siempre sonrío solo,
como si me esperara el olvido,
como si supiera que algún día,
mañana o pasado, ya no sonreiré.
Mira esa paloma
como mueve sus alas,
sin arrogancia, sin elegancia,
mirando hacia delante,
sin poder sonreír.
Usted mire esas hojas,
las hijas más dignas
de nuestra Madre.
Algún día volarán,
algún día caerán,
pero estarán muertas;
no podrán sonreír.
Tú mira esos amantes,
preocupados, consternados,
por problemas irresueltos.
En vez de mirarse,
mirarse y nada más.
No quieren sonreír.
Yo no sé volar,
yo no soy un hijo digno,
no soy un buen amante,
pero puedo sonreír.
Yo siempre sonrío solo,
como si ya llegó el olvido,
como si sólo fuera un pasajero
en la vida de vosotros.