El viejo “Flaco” Porteño.
Hoy me acordé del viejo… el viejo “Flaco” Porteño. No sé por qué. Pero en fin… me acordé del viejo. Me acordé de cuando era un niño y de tanto sabio consejo.
Yo jugaba a la pelota con un centenar de amigos, en el barrio de LA BOCA, lugar donde ya no vivo.
Lo recuerdo muy bien. Todos querían la gloria: queríamos ser el 10 y ser como Maradona.
Recuerdo los secos pastos de la cancha de “LA VICTORIA”, recuerdo los campeonatos y el sueño de alzar la copa. No olvido aquella final: “LA ALBORADA CON LOS HALCONES”. Todos querían ganar: ¡Luchar y ser los mejores!
Entrábamos a la cancha, y el “Flaco”, que era el DT, miraba desde la banca a tanto niño correr.
Se había iniciado el partido, -yo jugaba por “LA ALBORADA”- El número 10 era mío y yo como un 10 jugaba,
El primer tiempo fue de ellos. El segundo fue de nosotros. Llegamos a los descuentos y ni uno ganaba al otro.
De pronto, llegando al área, sentí un puntapié infernal, y yo, mientras me quejaba, sentí cobrar el penal.
La gente ya festejaba. El penal lo tiraba yo. Pateé con la pata mala y nadie gritó mi gol.
Después terminó el partido… ¡A patear penales, señores! “LA ALBORADA” se fue al olvido. “LOS HALCONES” salían campeones.
Me acuerdo de tanto insulto y de tanto llanto también. Puteándome todo el mundo, rompí mi número 10
Mi equipo se fue al vestuario con llantos de sal y fuego, y ahí nos recibió el flaco, el viejo “Flaco” Porteño.
De todo lo que nos dijo, recuerdo una hermosa frase. De aquel valor de ser niño y que uno pierde de grande.
-\"Ojo chicos, los mejores tiempos casi siempre terminan siendo los que estamos viviendo. Aprovechen el hoy y no malgasten su tiempo. Del hoy se van construyendo los más hermosos recuerdos\".
Hoy, ya sin los amigos, solo, viejo y sin gloria, entiendo lo que nos dijo en la cancha de “LA VICTORIA”.
Nos habló de nuestra amistad, de vivir feliz el momento. ¡Qué lindo solía pensar el viejo “Flaco” Porteño!