No le miro ni pies ni cabeza
a esta agónica relación.
No me aceptas ni me niegas,
no me amas, no te vas.
No me hablas, no te callas
ni me dejas hoy marchar.
Para ti como que da lo mismo
si me miras o me ignoras,
si me marcho o me quedo.
Y no encuentro lugar, no puedo,
en donde poder navegar.
Eres estero, eres ría, eres embravecido mar.
Yo, tan sólo, una hoja al viento
que un día quiso descansar
en el espejo de tus tranquilas aguas,
y se encontró con un remolino
de sentimientos contradictorios,
de relámpagos en día soleado,
con borrascas en un tranquilo mar.
©Armando Cano.