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CARAVANA DESNUDA

            Parte de mis huesos se queda entre las calles,

parte de mí cada día marcha buscando su final,

llenando de incomprensiones cárcavas trágicas;

con la vida dividida,

pero más observador que años atrás,

vestido con un chaleco antimentiras,

que se llena de barro y de escombros de flores

después de una ceremonia absurda.

 

            Parte de mí se volvió historia, 

se volvió más anónimo que de costumbre,

más incomprensible que los políticos

que a diario envenenan inocentes,

que no saben si sonar un pito o una cacerola.

 

            Como todos los martes, camino la misma calle

que años atrás registró las huellas de mis zapatos,

los cuales dejaron de crecer acompañando a mis pies,

los mismos que huyeron de la muerte

hacia un exilio fantasma

que al final se volvió vida.

 

            En mis pies hay ruidos kilométricos,

remembranzas de lo que ya no existe,

de sentimientos viscerales y encontrados,

y algunos labios de mujer

convertidos en ecos vulnerables,

donde un presagio difunto

me recuerda que tengo un corazón de humano,

que en mi memoria

hay cicatrices de heridas olvidadas,

que se desplazan sonrientes al olvido.

 

            Parte de mí muere envenenado,

junto con esta tarde

que sin querer se me hizo diferente,

mientras una voz de mujer

me va recordando,

que tengo un corazón que también sucumbe,

en cada día que ama.