Jordan Sanchez

Insomnio

Insomnio a milímetros del corazón,
con razón…

Yo naciendo en segundos astrales,
y una daga, cabellera de rizo etéreo se afila.
En esquinas larguísimas, infinitas, cañones con pestañas,
paredes indestructibles, codornices incendiadas sin alas.
Sonetos sentenciados al abismo.

Aunado a esto, a este nacer insoportable, es decir,
a este morir sin morir, es decir, a este malabar de pecho,
es decir a este nacer de hueso frágil: Mudez.
De vanguardia,
de planeta inhabitable,
de cometa que cae y no extingue.
De almendra veneno, de labio azufre,
de quimera helada, de seis estaciones,
de sufrimiento pintado por Picasso.
De sal en lombriz con tu propio nombre.
De noche abandonada en el filo del universo,
de sueño arrumbado en el filo de la cama.

Escalar entonces la escultura, monumento,
el cuerpo del deseo, inmaculado, triste.
Escalar entonces montaña a risco, a cerro, a volcán,
sobre rocas invasoras y trapecios sin forma en geometría
absurda, en geometría que necesita optometría.
Escalar y caer, y caer, y escalar, y perder las rodillas
para levitar después y dejar de caer, pero no levitar más:
Miro perfil, nariz de Afrodita entre siluetas, rostros de fémina suave.

Si viajo en autobús. ¿Dónde termina el camino?
Si viajo en taxi. ¿Dónde termina el camino?
Si viajo en peces. ¿Dónde termina el camino?
Si viajo en viento. ¿Dónde termina el camino?
Si viajo a pie. ¿Dónde termina el camino?
Si viajo a tus brazos. ¿Dónde empieza el camino?

Soy un niño,
soy una inocencia sacrificada por humanidad.
Soy un niño,
en busca de tus cristales fulgurantes,
en tu patio,
en tus Campos Elíseos,
distraído en el camino con todas las flores.
Brillando de córnea a cornea
con el sonido de tus dientes linda Ninfa.
Yo llevo tu nombre en mi memoria
atado con tu sonrisa sideral.
Yo llevo tu mirada entre los dedos
como cuerpos celestes que desatan el multiverso.
Soy un niño quieto en columpio de tus mejillas,
y la cascada de tu piel, que da a luz miles de niños más.
A miles de almas más, creadora de sueños: Pero, infierno:
Pero luna que no da vuelta: Pero…

Perros ladran mis ventanas; no escucho, no siento.
Perros ladran en el oído, y se cansan, y se miran, y se aman,
y se van, y no vuelven: Yo sigo con insomnio.