Una represa por años detenida acaba de desbordarse,
cuando la insistente pregunta de un inocente logra abrirla
después de tanto tiempo cerrada.
¿Por qué?, ¿Por qué la guerra?.
Ese porqué de un niño que despierta de una larga pesadilla,
para entrar en una inhumana realidad
que le pinta un futuro incierto con tantos caminos.
Caminos en circulo, sin llegada, ni salida.
El llanto amargo de un niño, que se convierte en gritos de terror,
al ver sucumbir todo lo que a su mirada era indestructible, la muerte lo acabó.
es un largo peregrinar de unas lágrimas sin consuelo,
cuando a gritos llaman a sus padres y se dan cuenta que han muerto.
¿Por qué?, ¿Por qué la guerra?.
¿Por qué ese nombre tiene cara de parca?,
¿Por qué destruirse y perder el alma?,
¿Por qué dejarme a la deriva, sin decirme que hay lobos?.
¿Por qué me han dejado tan solo?.
Ves en esos ojos un vacío profundo;
la cólera llena tu corazón
y tu alma se repite la pregunta del niño.
¿Por que?, ¿Por qué la guerra, sin justificar el motivo?
¿Por qué dejé indefensos a todos esos niños?,
¿por qué a mi paso quedaron tantos cuerpos tendidos?.
Observas una nube flotando en aquellos ojos a plena flor de vida,
que nace de lo más profundo de unas entreñas que se encuentran en carne viva
y muestra la pregunta que no se podrá acallar, ni con la fuga de mil siglos,
ni con la llegada de muchas auroras escondidas.
Cuencas vacías de cariño,
son la representación de fantasmas llevando grandes avisos:
-Se solicitan albergues de sentimientos para saltar el abismo de un niño-.
Aunque la diosa aurora, cargue llena de esperanza su carruaje.
La tristeza, el dolor del abandono y la esperanza que algún día termine todo,
es el único pasaporte para tantos niños solos.
Esa fortaleza con un cargo a tus hombros.
Una insignia que acredita tu vida, a cambio de la sombras de otros.
Pensabas que con cada muerte ganabas una victoria,
pero no sabias que con cada vida arrebatada,
destrúias un mundo, de un nuevo mundo que queda solo.
Se te derrumba ahora con un simple mirar, esa irónica gallardía.
Ya no soportas el peso de tus insignias.
ya no puedes volver atrás aquellos días.
Tus ojos, aunque lloran amargo llanto,
jamás aliviaran de tu alma el llanto amargo.
Nunca podrás comparar tus lágrimas aunque sean más en abundancia,
con el llanto de toda una vida que crece a cada paso del alba
y el recuerdo del dolor grabado en sus almas.
Tu memoria retrocede ahora, empujando al arrepentimiento tu conciencia
y ahora, tarde ya, te das cuenta que no habías nacido para la guerra.
pero piensa, que muchos como tú,
arrepentidos están de la tragedia,
sin haber intentado antes, cuando se podía, detenerla.
Esos niños como tú antes, serán hombres como tú ahora.
Lucha por lo que vives, si no quieres que se repita la historia,
ábreles tú corozón, pregonando el amor por la vida
y no permitas que ellos quieran tú falsa gloria.
Dedicado a un hombre de batallas muertas.