Me veo flotar sobre niebla,
y no siento miedo,
es un vapor que me abraza,
que me da calor,
cuando mi alma se siente helada,
y me refresca,
cuando la vida se vuelve tórrida.
Tus besos son agua con miel,
que me das de beber
después de caminar imparable,
después de bajar y escalar montañas,
y atravesar pantanos,
abundados del bullicio
de las voces de personas desalmadas,
de personas malogradas.
Tus besos son la fruta más dulce,
más roja,
más tierna,
que encuentro intacta,
cada noche y cada día.
Tus abrazos son un arrullo,
y mis oídos
sólo distinguen una sola melodía,
la que sale de tu voz.
Tu olor se filtra por cada pulgada de mi piel,
se vuelve fértil,
unido a mi amor,
y prende cada bombilla,
ya desgastada,
raída y apagada
de mi fundido corazón.
Me tomas de la mano,
y me invitas a tu entraña,
me alimentas de serenidad,
viajamos prendidos
a un globo amarillo,
que se eleva lento
sobre el cielo hastiado.
Me muestras esa vida
de colores fluorescentes,
y dejamos atrás la opacidad,
dejamos atrás el mundo,
sólo somos los dos.
Siempre elegiré
que sólo seamos los dos.