Laura Ontiveros Plaza

Serenidad

Me veo flotar sobre niebla,

y no siento miedo,

es un vapor que me abraza,

que me da calor,

cuando mi alma se siente helada,

y me refresca, 

cuando la vida se vuelve tórrida.

 

Tus besos son agua con miel,

que me das de beber

después de caminar imparable,

después de bajar y escalar montañas,

y atravesar pantanos, 

abundados del bullicio 

de las voces de personas desalmadas,

de personas malogradas.

 

Tus besos son la fruta más dulce,

más roja,

más tierna,

que encuentro intacta,

cada noche y cada día. 

 

Tus abrazos son un arrullo,

y mis oídos

sólo distinguen una sola melodía,

la que sale de tu voz.

 

Tu olor se filtra por cada pulgada de mi piel,

se vuelve fértil,

unido a mi amor,

y prende cada bombilla,

ya desgastada,

raída y apagada

de mi fundido corazón.

 

Me tomas de la mano,

y me invitas a tu entraña,

me alimentas de serenidad,

viajamos prendidos

a un globo amarillo, 

que se eleva lento

sobre el cielo hastiado.

 

Me muestras esa vida 

de colores fluorescentes,

y dejamos atrás la opacidad,

dejamos atrás el mundo,

sólo somos los dos.

Siempre elegiré

que sólo seamos los dos.