Ya que hoy nos despedimos, con gran melancolía,
te ofrezco tristes versos cargados de pasión,
en ellos van mis sueños, mi grande corazón,
porque tu siempre fuiste la luz del alma mía!
En verdad tu supiste lo que yo te quería;
que tu eras mi esperanza, mi guía, mi ilusión,
que aquellos días eran, de amor la bendición,
que hiciera con sus rayos mi mundo de alegría.
En mis horas tan largas de quimera perdida,
se quedan mis ensueños hundidos en dolor,
se consume la vela que me diera la vida
y tu marcha me deja sin tu regio esplendor;
quedaré suspirando con el alma prendida
al sublime misterio que llamamos amor!
Autor: Aníbal Rodríguez