Sin reproches, Señor, sin reproches;
ni Vos por mis pecados, ni yo por tus caminos.
Mi fe ha temblado en cada paso,
pero, al fin, ¡aquí estoy!Y por si acaso
te recuerdo que no recuerdo tus promesas...
Ahora que atardece, olvida mis retrasos
que yo olvidaré de tu llamado cuánto pesa...
(Zavalla, 5 de febrero de 2007)