Qué más nos tiene que pasar
para pararnos a pensar,
para escuchar y analizar,
reflexionar y reaccionar
frente a esta amenaza de asfixia,
de muerte decretada en contumacia.
Dicen “nosotros”, pero son ellos,
que no hay otros que valgan.
Y en el letargo asombrado
de las horas que pasan
van reclutando masas
que ignoran el pasado
y esgrimen la bandera del olvido
y nos condenan a revivir fracaso
fraguado en ignorancia
y en lo desaprendido.
¡Basta!
No nos tapemos los oídos.
No podremos pretextar
que no entendimos el sonar
de las alarmas.