Aquí escribiste tus últimos versos para mí,
y dejaste unos limones suspendidos
que agrian la vista
y a la vez me endulzan la nostalgia.
Pero duele el alma,
duelen los poemas,
y necesito ahora mi reinvención
lejos de aquí.
Salgo de estas páginas
donde un día fuimos gatos fieras que luchamos.
Me llevo tu figura en las manos
y tu aliento en la espalda,
tu mirada en el corazón
y un "gracias" en la lengua.
Que seas feliz mi amado,
que no poder ver la luna
te permita ver las estrellas.