Tarde ya … te necesité como siempre,
era como si te buscara mi mente.
Miré, pero no … tu no estabas entre la gente,
y me acorde … me vino de repente,
tu recuerdo, tu vida,
tus negros ojos, tu figura de niña,
parecía que me quisieras hablar,
y me acorde, maldito sea el recuerdo,
maldita sea mi vida, maldita sea la muerte,
maldito el cáncer que te llevo ¡MALDITO¡
Comencé a llorar,
busque una mano
y solo encontré puños cerrados.
Clave las uñas en mi palma,
tan fuerte, que forme,
un regato de sangre,
miraban curiosos y maliciosos
y corrí entre la gente,
hasta llegar a mi silencio...
Ahora, estoy solo. No, no estoy solo,
aquí hay alguien que tiembla,
con sangre en sus manos.
P.M Pedro Monroy Gemio