\"Las letras de tu nombre\"( relato)
Esta mañana miré por la ventana y tuve ese impulso, necesitaba salir muy temprano a disfrutar del parque. Mientras caminaba distraída entre los árboles, algo confusa, sintiendo aquello tan nuestro y tan ajeno… las letras de tu nombre me salieron al encuentro. Respiré el eco que dejaban en mi cuerpo, vi tus rostros entre los caminantes, tu sonrisa en cascada se había posado en mis hombros. Entonces, apuré mis pasos como queriendo huir de todo, de vos, de mí…
Mientras avanzaba le pedí tranquilidad a mis pensamientos y busqué entre las nubes algún cielo sin llanto en sus azules. Era uno de esos días en que, hasta la nostalgia parecía algo extraño y al mirar mis manos llenas de caricias entre las que, danzaban las letras de tu nombre, tuve temor. ¿Qué busco o de qué quiero escapar?
No le temo a las mareas del amor pero sí a los huracanes de la soledad. ¿Dónde estás amor querido?
Los aromas giraban en mi entorno y las letras de tu nombre empezaron a aturdirme. Aquellos pájaros, que fueran testigos de nuestras caminatas, hoy no estaban o hacían silencio a mi paso. El cielo parecía un país tan extenso, ese que por momentos, juntos pudimos abrazarlo, ese mismo cielo hoy estaba como una pintura de postal fría.
Los árboles cubrían, con las sombras de sus ramas infinitas, a la tierra sedienta y el desgano casi detuvo mi andar, lentamente se movían mis pies ¿Recuerdas cuando el sol abría las flores con solo besarlas y tú eras el sol y yo un jardín abierto?
No sé por qué, la ausencia cobra presencia para sacudir cada instante que marca ese reloj que imagino fantasmal, que no se lo ve pero , vive en nuestras espaldas…¡Ay amor…cuando decíamos que, hablar de la eternidad era lo mismo que, hablar de nuestro amor!
De repente, el sol parecía que quería burlarse de nuestro parque, porque empezó a llover y el agua del cielo, como cortinas de harapos, enmudeció aquella magia que alguna vez vivimos.
Yo miraba todo corriendo en círculos, buscándote pero, no te encontré.
Después volví a casa, tal vez queriendo encontrar alguna respuesta en la desazón de mi soledad. Entré a mi cuarto y busqué tus cartas, de hacía dos o tres años, tomé la última y al leer de nuevo encontré que me decías, “búscame en tu piel, porque escribiré mis versos en ella, búscame en el poema que te inspiro en esos lugares que tan nuestros fueran, búscame en aquella esperanza que nos sostiene, búscame en la música que disfrutamos juntos, búscame en la plegaria, en el beso que te recorriera tanta veces. Estoy junto a ti…”
Por eso hoy… escribo este relato, porque sé dónde buscarte. Y las letras de tu nombre forman figuras en mi piel, otra vez.