Tu cintura de curvas perfectas
que conozco como las puñaladas.
Blanca y desnuda te entregas
al fuego tenue pasión.
Te veo caer a raudas
de mis manos te escapas y pierdes.
Veo brillar tus ojos rojos
cual zafiro de robos y lentas muertes.
Te caes, vuelas y pierdes
cada vez más.
Y yo sigo muriendo
Cada vez que te beso y escupo.
Muero más y más
y tú te esfumas e incendias pasión.
Y aún así me pregunto
cuándo te tendré, una vez más,
entre mis dedos.