Con el sol besando el horizonte, nos encontramos en caminos serpenteantes.
Teníamos cadenas en los corazones, y no éramos los jóvenes de antes.
Aún así te deseaba.
Anhelaba darte todo lo que merecías, sería fácil enamorarse de una flor.
Pero la cordura como un plomo aplastó, las hermosas locuras que pretendías.
Aún así te adoraba.
Cuando nuestra razón Dionisio deshinibía, llegábamos levemente a rozarnos.
Pero solo el hijo de Venus sabría, si algún día podríamos amarnos.
Aún así te amaba.