No hay tinta más indeleble,
que la que tatúa el respeto propio
en el alma de una mujer.
Es tan sutil la diferencia entre este
y la altivez de espíritu,
Que no faltará quien la juzgue mal
Pero solo quienes conocen de aquella virtud
podrán distinguirla y apreciarla.
No, no me malinterpreten,
No hablo de castidad,
Hablo de conocerce y saber cuánto merece,
Hablo de ser selectiva,
Ella siempre sabe con quién compartir el alma,
La vida y el cuerpo...
Y cuando se entrega, escoge a la persona correcta
Porque esa persona nunca se lleva nada,
Por el contrario la sacia de plenitud.
Porque ella sabe que merece tanto cuánto da.