Yo tenía una lámpara
que titilaba amor
tenue, sensual
con cierta sonoridad
que a veces me desvelaba.
Y sentía sus latidos
su voz a todo galope
que relinchaba a mi oído
nadie podía oírlo
nadie podía sentir ese amor
que titilaba en mi lámpara
y que me desvelaba
me miraba con ojos serenos
a la derecha de mis miedos.
¡Qué pecado!
No ser el prestidigitador de sueños
y que mi lámpara titile amor verdadero
a media luz
a media voz
aunque sea a medio sentimiento.