Vademécum del amor.
Como quien se siente enfermo de tanto padecer
se atraviesa en su vida un médico de sanación.
Que dedica su misterio a enfrentarse al placer
de ser y ser amado, un amante sin medida,
Uno que apacienta en el día los abrazos y los deja en paz
pero que en la noche los alborota como loco en manicómio,
Y deja salir de su ser la más explosiva sensación
esa que conduce sólo a la locura elocuente del deseo,
De ser uno en una noche de eterna sumisión, y perdición
no somos más que unos pobres enardecidos, audáces
pero necesitados seres de sentir piel y sudor entre deseos,
Entre armonías que dan un gusto celestial de confundirse
en una sola célula de amor.
Y en la mañana cuando el sol saluda entre el bello cielo azul
solo deja ver unos cuerpos tan sedientos que no pueden más,
Y allí entra el mirar a los ojos, el besar la libertad perdida
de mirarse así unidos como locos en dolor, lágrimas, calor.
Con ese sentimiento de ser más que uno entre dos y ...
dejarse contagiar de esa curación, de soledades,
De dolencias tan humanas como es la compasión
la tibieza de la suave ternura que emana de ambas almas,
En una fría cama de hospital ...tan perdidos como antes pero ya
en una bella y confusa realidad, que no sabe más que amarse,
Que dejarse en libertad, de aspirar este aroma a medicinas
a curación y a nocturnidad cuando el remedio es amarse,
Sin más ni más que los cuerpos en esa tan fría soledad
mi aspirina tu, mi sedante tu, mi dulce jarabe para esta tan larga ...
y terrible soledad.