MADRUGADAS DE SENTENCIAS
El influjo de tu fuerza.
Desarbolo mis defensas.
Diezmo mis iniciativas.
El impulso se frenó,
cautivado por tu risa.
En un cálido sopor,
quedo atenta la tristeza.
Una brisa acarició,
la piel de cada desdicha.
Y navegando sin prisa,
un mar de calma cruzó.
En el umbral de la sombra,
que deja la madrugada.
Duerme plácida la aurora,
esperando la mañana.
La ideas se desnudan.
Y se visten las palabras.
La voz se quiebra al sentir,
la tremenda bofetada.
Queda en tránsito el recuerdo,
del sueño que le adornaba.
Besos flotando sin rumbo.
Fugitivos como el miedo.
Erráticos vagabundos,
anhelando un lugar nuevo.
Otro cuerpo que cobije,
sus frágiles sentimientos.
A sus pensamientos den,
una luz para entenderlos.
Madrugadas de sentencias.
Revestidas de justicia.
En un cofre protegidas,
las verdades que prodigan.
Bañadas en las esencias,
del origen de la vida.
Justicia que justifique.
Del valor.
Lo más auténtico.
No se resigna la vida.
No se somete la voz,
al silencio reprimido.
No cede al menor latido,
el corazón que renace.
Ni el valor huye del miedo.
No claudica la razón,
a un ligero desvarío.
Al albur de tus deseos.
Quedo preso entre las redes,
que tejes en mis recuerdos.
Cautivo en la eternidad,
de los más ocultos sueños.
Prisionero en el penal,
de tu poderoso influjo.
A.L.
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20/01/2018