Fina criatura, tu existencia me lleva
al orden de las semanas, a los diarios.
Tu naturaleza clara en la erosión de tus senos,
de los miembros dormidos me conmueve,
entre la mitad del día
y la sangre caliente.
Cuerpo delgado tenuemente cubierto
con la dermis del agua y el magnetismo
intrincado del océano,
que me lleva a deshojar las flores
hasta un infinito beso de tristeza,
al infinito sueño y al dolor infinito.
La ternura te triza como a un deseo herido,
y te hace mujer o niña la palabra del viento,
la sed de tu alma te hace semejante al olvido
y tus deseos arden enredados en sueños.
La quietud se enmaraña en la ruda floresta,
y el excitante génesis de toda tu anatomía,
me conmueve arrojándome a una clara marea.
Delirante deseo. Voz de mujer ajena.
tu cuerpo se estremece en la erosión de tus senos,
y golpea la puerta de mi honda tristeza,
mi infinito deseo y mi amor infinito.