Tienes una dulce amargura inerte,
que es capaz de configurar tu aroma.
Entre tus labios marchitos se asoma
el mismísimo sabor de la muerte
¡Pero aún no has perdido tu belleza!
Tan sólo, la tristeza y el dolor
lograron oscurecer el color
que te regaló la naturaleza.
Tu esencia todavía no se esfuma:
¡Oh! ¡Siempre permanecerá en el Alma
la fragancia que todo lo perfuma!
Ahora, siento una profunda calma.
Ahora, ningún peligro me abruma...
¡Porque te llevaré siempre en mi palma!