Partistes sin decirme adios,
yo no estaba preparado para verte ir,
más le pido que te proteja al redentor:
aunque sin tí, yo no sepa como vivir.
No esperaba que esta partida fuera tan pronta,
mucho menos que nuestras vidas se separarian;
ahora té extrañaré sintiendo un dolor que me debora
y que se arraiga poco a poco en mi ser como una espiga.
Hubiera querido correr a tú lado y abrazarte,
pedirte de rodillas que no te olvides de mí;
rogarte de corazón que me perdones:
por no amarte más de lo que yo siempre te ame a tí.